Carolina Stanley gozó durante meses la exclusividad de ser la única dirigente del PRO mencionada para suceder a Gabriela Michetti en la fórmula con la que Mauricio Macri buscará la reelección.

Eso se terminó con la irrupción de Patricia Bullrich. La ministra de Seguridad ganó en las últimas semanas terreno tanto puertas adentro del Gobierno como en la consideración de algunos sectores de la sociedad que exigen un mayor control de la calle por parte de las fuerzas de seguridad.

Las únicas ministras del gabinete están al tanto de los consejos de Jaime Durán Barba, que ya le recomendó a Macri que elija nuevamente a una mujer para la fórmula, como en 2007, 2011 y 2015.

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Ante la baja en las acciones de Michetti, desdibujada en el Senado y golpeada por una sucesión de episodios desafortunados, tanto Stanley como Bullrich se ilusionan con ser las elegidas por el presidente. Aunque ambas lo nieguen.

Bullrich copó la agenda con el "protocolo Chocobar", que propició una fisura en Cambiemos tras las críticas públicas de Elisa Carrió pero le valieron un nuevo respaldo de la Rosada a la ex Alianza.

En su entorno creen que tiene el respaldo de la clase alta y de la clase baja, que como en Brasil con el fenómeno Bolsonaro, reclama la intervención total de las fuerzas de seguridad. Stanley también apunta a los sectores bajos a través de los programas de Desarrollo Social. En el equipo de su nueva contrincante creen que un sector de la clase trabajadora le factura a Stanley la entrega perenne de planes sociales.

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En defensa de Stanley, en cambio, hay quienes sostienen en el PRO que tiene mucho más por crecer que Bullrich, que tiene mucha más imagen negativa.

"La desventaja es que los dos apellidos son un poco elitistas", admitieron a LPO en la Rosada.

En un sector del PRO no descartan que finalmente, tras meses de vaivenes e internas, Macri y sus colaboradores más cercanos se terminen inclinando una vez más por Michetti.